viernes, 1 de octubre de 2010

Cuarto para las doce


No sé si por las noches  haya ruido  más tétrico y espeluznante que el silbato del velador, y con esto quiero decir que gran parte de mis traumas nocturnos e infantiles se deben no sólo  a éste  sonido perturbador, pero sí es una aliciente para escribir mis más oscuros temores que  podrán observar en las siguientes líneas de éste  relato mejor conocido como cuarto para las doce.

El reloj marcaba las 10:31pm y me preparaba para dormir. Según mis padres era la hora en la que ya tenía que encontrarme en los brazos de Morfeo -expresión que sigo sin entender ya que no sé quién es el ya antes mencionado-  y por otras cuestiones físicas que me caracterizaron desde muy temprana edad, una de ellas era  dormir antes que comenzara la familia telerín, ni que decir de topo yiyo, la verdad es que era más que irritante dormirte muchas veces primero que los cotorros australianos que mis padres me asignaron cuidar. Aunque debo de aceptar que esto también me representaba algunas comodidades, cómo cuales se preguntarán, pues como despertarte a las 5 de la mañana el día de reyes les respondería y muchas otras que para que les cuento –la verdad es que el autor no encontró con que defenderse- pero ese viernes la vida me jugó de una manera chueca y yo le respondí de una manera rapaz, ya verán ustedes a que me refiero. Como les decía, el reloj marcaba las 10:31 y yo me sentía como una lechuga recién cortada, fresco, feliz, con energía como para correr una maratón, bueno a lo mejor exagero pero sí aguantaba por ahí  jugar 2 horas quesque futbol con un bote apachurrado de frutsí o en su defecto de pau pau. La cosa es que yo no tenía nadita de sueño ese día, ya había comido un chorro de dulces con mis hermanos  y yo más alegre me sentía, y por lo extraordinario que pareciera mis dos hermanos mayores  ya se habían dormido. Lo asombroso aquí es que Ulises –mi hermano el de en medio- sólo se dormía hasta que papá y mamá hacían lo correspondiente y ahora ¿qué pasaba ahora? Acaso había llegado el Apocalipsis como lo decían en la televisión. Quizá pero por lo pronto me quedaba a disfrutar el momento a solas con mis papas que era algo anhelado para mí. Tener la atención de ambos para ¡mí solito!, caray cuanto  reímos esa noche, creo que me dolió hasta el estomago y los ojos no dejaban de llorar, pero por la felicidad claro está. Fue en ese momento cuando comprendí que todo hubiese sido mucho más feliz para mis padres y obviamente para mí sí hubiese sido hijo único, riendo día, tarde, noche y hasta madrugada como nos encontrábamos, pero como dicen por ahí nada es para siempre y mis papas llegaron a ese momento que tanto había estado temiendo, “pues a dormir que mañana hay que trabajar”. Como hubiera querido haber destruido todos los relojes del mundo para quedarme así por mucho mucho tiempo, pero  mi papá me tomo por la cintura y sin esfuerzo alguno me alzo como si fuera un montón de nada y, cuando reaccione, sólo me dio tiempo de decirle a mamá buenas noches, que sueñes con los angelitos. Ya en el pasillo escuche un sueña bonito. Papá  me llevo a mí cama en la que ya se encontraba Ulises, ahora sólo me tenía que acomodar pegado a la pared para no abrazar a Ule –como le digo de cariño- y me diera sendo trancazo por joto y encimoso como él decía. Después de darle a papá las buenas noches se alejo rápidamente, aún recuerdo sus firmes pisadas sonando en el frío suelo, y retumbando en mi cabeza. Pues ni modo, ahora me duermo y mañana se mueren de celos mis hermanos por no haberse aguantado como los meros machos hasta bien noche. Estaba tan fascinado que me daban ganas de despertar a Ule, pero ni maíz, siempre se despertaba de malas y estaba más que seguro que si lo hacía esta vez, nuevamente nada cambiaría y sólo conseguiría una tunda, y yo no estaba para eso ni mucho menos. Y Oli, ella  estaba en la otra cama y seguramente no sé enteraría si le pasara un tren por encima, así que prefería recordar cada broma en silencio para no olvidar detalle alguno. En eso estaba cuando me di cuenta entre el silencio de la calma en la que me encontraba inmerso, oscuridad total, algunos ruidos de grillos y carros que circulaban por la avenida, nada nuevo, pero de ¡repente! escuche algo que me hizo sudar frío. Era, era no sé que era, pero era espantoso requete feo. Y ahí estaba otra vez, ahora más cerca, solté un ligero suspiro y después un ay dentro de mí. Pero muy adentro, para que fuera lo que fuera no me descubriera. Yo había escuchado mucho ya del chupacabras y con certeza sabía que no era él porque según en las noticias sólo atacaba a animales de las granjas y eso ocurría en los pueblos no en la ciudad, pero por las dudas me tape con la cobija hasta que me envolví como tamal y casi me asfixio entre el calor y los olores que ya estaban por ahí circulando. Pero prefería morir mil veces ahogado ó intoxicado que por un vampiro, bruja, monstruo, ovni, espíritu del más allá o más acá y por qué no, hasta momia y que miedo así que mejor aguante la respiración hasta que todo se calmo nuevamente. Por un momento pensé que el peligro había pasado así que tuve tiempo para hablar con dios y decirle que eso de querer  ser hijo único eran puros disparates de un niño, que yo amo a mis carnales mucho y que si me ayudaba en ese momento jamás volvería a decir esas cosas. Pero parecía que no, diosito quería algo más, me quería en vida, el chillido ahí estaba de nuevo, más estrepitoso que nunca, no sé como le hice pero decidí ir a la ventana a ver que pasaba. Las piernas me temblaban, tenía ganas de orinar y no dejaba de sudar, nada podía estar peor, bueno sí, una bruja en la ventana, pero tomé valor de no sé donde y me dirigí como buen machin a paso lento. Creo que el recorrido jamás se me había hecho tan largo y oscuro. Sabía de memoria el camino y lo que estaba en él, así que todo se me facilito. Para mí suerte encontré mí espada del augurio que mi mamá me había comprado dos días antes, ahora por lo menos estaría armado en caso de necesitar pelear, había visto cientos de veces a Leono utilizarla, ahora solo esperaba no equivocarme, por fin llegue a la ventana ahora mover lentamente la cortina para no otorgar ventaja a lo que estuviera del otro lado, sujete mi sable con una mano y con la otra moví suavemente la cortina y… ¡NADA! Pero el ruido ahí estaba y es cuando veo cruzar una luz. Sí, era un ovni, lo supuse, pero un ovni en bicicleta. Ay que tonto. Era el vigilante silbando ahhhhh. Se me salió el alma de la felicidad, todo por nada. Que susto, que susto.

Así termina pues mi aventura, una experiencia de valentía y misticismo que espero les haya gustado.

Raúl García Rogel


I

No seré nunca tuya
ni tu serás mió
esas son promesas de un solo día
 y  no de algo en serio
pero en este mundo
              [mi mundo tan raro
no hay nada mas profundo
que lo que va en serio

No seré nunca tuya
ni tu serás mió
si no que  seremos los dos
                           [juntos
Hasta que  nos llegue el día
en que nos separe un adiós
de esos que hay en la vida
de esos que hay tantos

No seré  nunca tuya
ni tu serás mió
pero si hay algo eterno que sobreviva
yo te prometo amarte
                       [como te amo ahora.



II

A veces cuando salgo
camino un largo rato
                [Sin rumbo fijo
me detengo en los jardines
me siento en  alguna banqueta
y fumo un poco
                           [Mientras
escribo mentalmente cosas
que luego olvido

Esa es mi vida…
cazar ideas…
soñar despierta…
               [y casi siempre
hablar dormida…
 pero si estoy de suerte
                  [Hablar contigo

Marisol Franco

Obsequio

Forma orgánica, conciencia que duerme y desea,
He aquí la mirada a través del espejo,
Sospecha eterna, lagrimas, placer, muerte,
Expresiones que nos delatan,
Hoy sabemos que no es posible seducir a la existencia,
Ni siquiera con nuestra más prestigiada alquimia,
La ciencia es muda…
Tu imagen es patrimonio del misterio,
Hace ya algunos soles, recibimos un detalle llamado tiempo,
Fue un obsequio de la necesidad, o tal vez del azar mismo. 

Ramírez

Cuando hablo


Articulo oxigeno, doy contenido y vació,
Percibo el entorno y lo presento al auditorio,
Emito fragmentos de vida,
Me declaro contingente,
Comunico pasión,
Cuando hablo ¡le escupo en la cara al destino!

Ramírez

Maquillaje


Observo el interior de tu mirada,
Algo que no alcanzas a escuchar,
No lo puedes evitar, tu semblante delata fastidio,
Has aprendido a maquillarte, no por deseo sino por necesidad,
Sigues siendo la misma criatura vulnerable que siente asfixia,
No es posible expresar lo que realmente piensas, acostúmbrate,
Escucha, boletín de última hora
 “bajan de precio los valores, y la bisutería barata, con la que te has perfumado”
Tú decides

Ramírez

A la espera

Me encuentro extasiado por un movimiento impulsivo de la sospecha,
y entre tanto me consuelo pensando, adelantando el porvenir para disfrutarlo aunado al aquí,
Es verdad, los días ya no entonan los mismos cantos, y entre tanto, habla el corazón, lo escucho, converso con él, mientras tanto permanezco a la espera,
A la espera de ti, dulce fuego de mi deseo,
A la espera de ti, caótico espacio de mis palabras,
A la espera de ti, miserable sonido del alma,
A la espera de ti, minuto decisivo de mi existencia,
A la espera de ti, luz desfragmentadora de la intriga,
A la espera de ti, levitación, vuelo, ráfaga del inconsciente.

Ramírez

Respecto a la escritura

Entiendo por escritura a aquella dama que envuelve a la pasión en una odisea mágica, en donde, esta ultima, experimenta, se deleita, e intenta comprender los caprichos de la palabra.
Así comienza el viaje, camina por un árido desierto impregnado de metáforas y sombras, en donde habitan los pensamientos mas abstractos  asechados por los buitres de la locura que esperan ansiosos a que las dudas fatiguen, a aquellos bellos pensamientos para así poder cometer el crimen.
Se despide entonces el curioso, melancólico y nostálgico tras presenciar aquellas imágenes, para adentrarse por fin en el oasis deseado.
Bebe con frenesí, se sumerge en las tranquilas aguas y saciada la sed de conocimiento, el curioso ha crecido, se ha vuelto más curioso, quiere beber más; paradojas¡ paradojas! es lo que grita la conciencia, así que, por el momento, el curioso deja dormir a las meditaciones mas profundas que es capaz de expresar bajo la sombra de un poema.

Ramírez