Entonces cierro las puertas del exterior. Apago las luces y bailo con mi alma la danza de la libertad. Encerrado en mi habitación mental observo por la ventana aquellos lejanos horizontes, replanteo mis posibilidades de alcanzar las cimas de aquellas lejanas montañas. En medio del baile un hilillo de angustia sangre resbala desde mi garganta hasta mi vientre. Me encuentro encerrado en NADA. De repente se pierde motivo alguno, no hay razón de hacer las cosas. ¿Para que? ¿Con que sentido? Si al final, si al ultimo final, ni siquiera me daré por enterado, si acaso, por enterrado. ¡¿para que?! Si lo ultimo que me puede pasar es volverme huesos que se mezclen en la tierra elevándose al infinito ciclo natural. NADA.
Elevados al tiempo sin siquiera ser consultados.
Raíces de ignorancia en mentes jóvenes.
El Hambre pasea pordiosera por las calles de la ciudad y nadie se atreve a culparla de los crímenes. Nadie osa señalarla, pues el miedo le escolta oculta como una sombra entre los harapos del Hambre.
¡Nadie es tan valiente para gritarle al menos un insulto! Para lanzarle al menos una piedra. Huyen.
Al menos una piedra arrojaran para que el Hambre se enterara que su presencia molesta. Que no se le quiere ver mas por el vecindario con sus sucias ropas y sus enfermedades carcomiendo su piel. Pero todos parecen tan conformes en sus casas, viéndola pasar, tan ajenos a ella y tan cercanos.
Pero no importa, porque un grupo de personas libres ha tomado el valor de escapar de esta realidad. Se van con la vestimenta de su conocimiento en busca de la sabiduría y la libertad. Se burlan del Hambre y del Cansancio. Buscan crear su mundo, empezarlo como un sueño, como un plano mental del arquitecto de vidas, y planean poner cimientos muy profundos, para lograr la edificación de un nuevo mundo, libre, y fuerte. La nueva tierra de los nuevos artistas. No están del lado de los buenos, ni de los malos, tampoco están en el centro, están en el medio de la Nada, en un constante movimiento, tensión y armonía.
